Se escuchaba el sonido
de los árboles de enero.
Una flauta mágica,
a través del sendero
Un pájaro decía,
"¡Qué bonito el paseo!",
y yo me adormecía
sin dar cuenta de ello
Al rato me desperté
encandilada en un sueño,
sentada en el escabel
de un camarote sin dueño
Mío sería después
un escenario abierto,
con que mi luz a la vez
encendería un concierto
Desde un sitio lejano
la multitud venía
a escuchar mi relato
con la voz que disponía
Alabanzas y saltos
de los que no existían.
Un producto imaginario
que el pájaro vendía
Una soledad sentí,
el pájaro miraba,
y desde la ruta vi
que el camino se acababa
Tonta fui al perderme
la realidad que tenía enfrente,
y hacer caso a un ávaro
que nunca sacia suficiente
Estar o no presente,
ver el mundo diferente,
acariícialo y siente,
cocínalo al dente
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