miércoles, 3 de diciembre de 2014

Cambios en la televisión


Actualmente tenemos una programación televisiva que deja mucho que desear en el aspecto creativo e imaginativo. ¿Por qué se empeñan en producir un exceso televisivo?

Recuerdo cuando era pequeña, esa época en la que ponías cualquier cadena de las pocas que había y merecía la pena quedarte paralizada ante cualquier emisión y disfrutar de las risas, dramas o sentimientos que pudieran ocurrir en tu interior. Años atrás quedan los productores, directores, guionistas o quienes quieran que realizaran e interfirieran en la creación de un nuevo programa de televisión, que se sentaban horas y horas para desarrollar un nuevo formato que seguro que daría mucho de qué hablar, para bien. Además de una gran cantidad de audiencia dispuesta a pasar un buen rato sola, con amigos o en familia. Y yo me pregunto, ¿dónde queda ahora toda esa ilusión de "antaño" en la que esperabas impaciente al estreno de un nuevo programa?

Hoy en día hay miles de programas en antena de los que pocos se salvarían de suspender como productores de entretenimiento. Creo que se debería recortar en programación durante un tiempo, ya que lo único que nos produce (a mí por lo menos) es una sensación de saciedad de la que no me deja disfrutar completamente de lo que significa el rato de la tele de cada día. Me encantaba cuando anunciaban un nuevo programa y todo el mundo estaba al tanto de no perderse ni un segundo de principio a fin. Ese inicio de emisión en el que por fin tenías algo para entretenerte, y ese final apoteósico que nadie se perdía por nada del mundo. ¿Por qué? Porque antes todo esto se vivía más intensamente. Podíamos contar pocos proyectos, pero estaban muy bien planteados. Ahora parece que se le da más importancia a la multiplicidad de programas que a su calidad. En mi opinión considero mucho más significativo y emocionante una menor programación pero con sentido y relevancia.

En cuanto se termina un nuevo programa enseguida quieren sacar la siguiente temporada o un programa similar, sin dar tiempo siquiera de asentar el que acabamos de visualizar. Esto me produce asfixia porque no termino de asimilar en mi mente lo que estoy viendo. Para cuando nos damos cuenta ya están anunciando otro nuevo, lo que se me hace extremadamente repetitivo. Sobre todo porque no tienen costumbre de cambiar de presentador y puedes estar viendo 5 programas distintos con la misma persona al frente.

No me gusta el hecho de estar presentando este tema y darme la sensación de que estoy hablando de otra era, de cuando los fósiles actuales eran dinosaurios vivos y sanos. Realmente la programación que a mí me tenía enganchada hace tan solo unos pocos años que tuvo lugar. Y yo creo que todos anhelamos esa época con formatos como el Grand Prix, Noche de fiesta, Operación triunfo, Fama ¡a bailar! y otros tantos que nos mantenían en vilo y nos producía tristeza su finalización. Ahora no merece la pena apenarte por sus retiradas de antena si dentro de dos días va a volver a empezar el mismo o uno casi idéntico. Y esto es producido por una guerra entre cadenas.

Está claro que la transmisión de distracción y esparcimiento mental no es lo que promueve la creación de programas. Es la lucha entre cadenas lo que hace que se produzcan más emisiones. Como un combate de "wrestling" en el que si uno realiza una "llave", el otro se tirará en plancha para llevarse el cinturón de campeón. Así mismo ocurre en panorama televisivo. Una cadena apuesta por algo y la otra está al acecho para contrarrestarlo de cualquier manera posible. Para ellos lo primordial es tener datos de audiencia como sea, sin valorar si realmente tiene coherencia o es un simple relleno de tiempo.

Con esto no quiero decir que no vea la televisión y que de vez en cuando no me interese algo de lo que emiten, pero sí que me acuerdo constantemente de lo que anteriormente significaba el "momentico" de ver la televisión. Ese rato de dispersión en el que parecía que aumentaba la gente de tu alrededor, aunque en realidad estuviera dentro de la pantalla.

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